Seguro que en algún momento has experimentado deseos de contar tu vida en un libro. Puede que sientas cierto pudor al reconocerlo. A mí me daría más vergüenza reconocer que mi vida carece de importancia. No porque no lo piense, ya que creo sinceramente que mi vida es de poco interés. Sin embargo, reconocer lo evidente, es hoy día una muestra de derrotismo y apocamiento. En nuestros tiempos, que son los del pensamiento indoloro, el vaso medio lleno y todas esas tonterías, parece que debamos poner la voluntad de ser optimista por encima de la inteligencia.

En realidad, toda vida es importante. Y, sobre todo, cada vida tiene un sentido. La existencia en general acaso no tenga sentido, pero precisamente, las vidas individuales de las personas, sí. Al menos eso quiero creer yo. Por tanto, si las vidas de los demás poseen importancia y significado relevante. ¿Por qué precisamente no vamos a conceder esta relevancia a la mía y a la tuya? No seremos más, pero tampoco creo que seamos menos.

Escribir nuestra biografía para nuestros hijos

Una biografía no es una lista cronológica de eventos sin más. Incluye emociones, reflexiones, convicciones morales y explicaciones de algunas de las partes más controvertidas de nosotros mismos. Es un legado que a ellos les puede ser de utilidad y sobre todo, a los padres les da sensación de continuidad. Nos aporta la idea de que el sentido de nuestra vida se va a prolongar mejor en nuestros hijos gracias a nuestras explicaciones. ¿Realidad o ilusión? Pues algo de acierto creo que hay en ese punto de vista.

Publicar tu biografía porque sabemos que nuestra vida se acabará

No nos lo decimos así de claro, pero evidentemente, la escritura es uno de los modos de seguir comunicándote con tus semejantes después de muerto; de seguir estando presente. Siempre decimos en los responsos aquello de que el finado, “aunque ya no esté con nosotros, permanecerá vivo en nuestro recuerdo”. La verdad es que en unos 90 años ya no queda nadie vivo que te pueda recordar. El recuerdo, si fuera como mantenerse vivo, que evidentemente no lo es, sería solo una prórroga. Escribir un libro deja abierta la posibilidad de que siempre haya alguien interesado en saber de ti, en leer tu historia. De que se encuentre contigo al pasar una página y te descubra.

Escribir tu biografía porque tu vida puede ser ejemplar para otros

No es fácil superar la peripecia de existir. Realmente todos acabamos no sobreviviendo. La vida es un estado provisional. Nuestras vidas son los ríos que van al mar, y todo eso que decía Jorge Manrique. Ya veis que mi pensamiento entronca con la más pura esencia española. Pero es así. Pese a ello, hay vidas inspiradoras, ejemplares, bien empleadas, interesantes, aventureras… Hay historias que son especiales. En general, a todos nos parece que nuestra vida es especial, pero al margen de esta inevitable vanidad, hay vidas que vale la pena conocer.

Contar tu vida para que te comprendan y te quieran

García Márquez decía que escribía para que sus amigos le quisieran más. Y lo que es valido en general para la literatura, lo es en particular con las autobiografías.

Escribir tu biografía para saldar cuentas y formular aclaraciones

La vida nos deja con la necesidad de saldar cuentas, y de aclarar posibles enfoques equivocados y malentendidos. Al menos, por escrito, podemos tratar de dejar las cosas en su sitio o en el sitio que nosotros queramos creer que es el suyo. Eso que se dice tanto ahora, de cambiar el relato de nuestra vida.

Tendrá que leerme mi hermana envidiosa, el listillo de mi cuñado, dejaré caer a mis padres mis reproches, mis perdones y mi amor y admiración. Le explicaré a mi pareja todo lo que he pasado… No solo ajustarás ciertas cuentas que a ti te preocupan, sino que, en cierto modo, quien escribe es el que dice la última palabra. ¡Qué oportunidad!

Escribir tu biografía para pensar y ordenar las ideas

Redactar es un gran modo de recordar, de hacer balance de nuestra empresa vital. Puede ser un modo de sincerarse, de justificarse. Escribir tu vida es algunas veces, reescribirla, modificarla, y de nuevo, buscarle otro sentido. Es una ocasión de hacer justicia íntimamente, no con respecto a terceros, sino dentro de ti, para bien o para mal, a unos padres, o hijos o a una pareja. Puede ayudarnos a pasar por alto nuestros errores y buscar la aceptación de otros, que conocen nuestros faltas e imperfecciones. Escribir nos ayuda a ordenar nuestros pensamientos y, sobre todo, nuestros sentimientos.

Redactar biografías para superar dolores, culpas y etapas

Mejor que el agua oxigenada y las tiritas, para superar las heridas: explícale algo al papel hasta que el tema no dé más de sí y lo habrás superado. Con un poco de suerte te habrás liberado de ese pasado. Escribir empieza removiendo el fondo del lago de tus emociones y luego acaba por curar. No te quepa duda. Escribir es terapéutico.

Recopilando experiencias sobre biografías y autobiografías

Sea como sea, a la gente le entran deseos de escribir biografías y sobre todo, autobiografías. Tengo algunos escritores a los que les estoy ayudando semanalmente a escribirlas, mano a mano, y avanzan adecuadamente salvando los muchos problemas que ello implica. También estoy a punto de lanzar un taller en grupo sobre biografías y autobiografías, en el que trataré de explicar toda la experiencia y las reflexiones que estoy acumulando sobre este tema.

Si has llegado hasta aquí, seguramente no descartas escribir tu biografía un día de estos. ¿Te gustaría saber cuáles son los principales errores que se comenten al escribir una biografía? Pásame tu email y me aseguraré de que recibas mi siguiente entrada que va a versar sobre este asunto, tan práctico como interesante. De paso, te mantendré informado sobre estos talleres, por si te interesase apuntarte algún día.

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