Y después del hombre, creó al escritor, y vio que no era bueno que el escritor estuviera solo. Pero éste le llevó la contraria.
-Según cuándo, Señor.
-No repliques a tu Creador, escribidor engreído. ¿Acaso he traído al primer pedante al suelo de la Tierra?
-Si no replico, mi Dios, pero es que es… ¡según cuando! Una humana está bien, en su momento, para ciertos menesteres, pero la soledad también me gusta.
-¿¿Mi última criatura realmente se cree lo de que lo he hecho a mí imagen y semejanza y piensa que me puede explicar a mí cómo proseguir la Creación??
-A ver, Dios, reconócelo: que lo de la costilla aquella, lo de Eva acabó como acabó… Las humanas nos gustan y si son escribidoras mejor, pero necesitamos cierta soledad también para escribir.

Dios desapareció echando un montón de truenos que asustaron al escritor recién nacido del barro, el cual se dijo: <<qué rayos suelta, qué modales. No se le puede decir nada al Creador porque en seguida pierde los papeles. Se le ha subido lo de ser Dios a la cabeza>>.

-¡¡Pero bueno, escribidor!! ¿Es que no sabes que oigo hasta tus más ocultos pensamientos? Soy como el administrador de tu blog. Ya me estás cansando…

Entonces el Altísimo, lleno de ira puso al escritor en un mundo en el que se lo tenía que hacer todo. Un tiempo después el escritor se dio cuenta de que se había equivocado y llamó al Padre.

-¡¡Dios!! ¡¡Menuda leche, todo el día copiando la portada de mi novela en los grupos de Facebook!! Llevo ya tres años así. ¡Y no le interesa mi libro a nadie!
-¿Reconoces tu error, insolente?
-¡¡Total!
-¿Cómo que “total”? Te he creado para que mejores el idioma, no para que te expreses como tus hijos de enseñanza primaria.
-Reconozco que tienes razón, Dios. No es bueno que el escribidor esté solo.
Unas carcajadas de satisfacción parecidas a las atribuidas a Papá Noel resonaron por todo el firmamento.
-¡Repítelo! -dijo el Señor.
-¡Joder! ¡Que no es bueno que el escritor esté solo!
Entonces Dios, levantando con suficiencia sus divinas cejas, que de por sí estaban ya en lo más alto del cielo, volvió a decir lo mismo:
-¡Repítelo!
-¡Dios! Que no es bueno que el escritor esté solo.
-Eso me parecía…

Entonces el Señor nuestro Dios. con un gesto de cierta condescendencia, creó DesafiosLiterarios.com.
Y vio Dios que lo hecho era bueno.

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