Hoy he empezado el taller con una nueva escritora. Hemos estado hablando de qué es en mi opinión escribir literariamente. Debe de ser que yo estaba hambriento porque hemos estado hablando de hacer costilladas de ternasco. Disfruto con ellas. Le he dicho que la preparación de una buena costillada empieza preparando el fuego. Necesitas leña. También necesitas algo para que el fuego prenda fácilmente. Las pastillas para encender fuego son innecesarias si tienes el típico papel de periódico arrugado. Sin él, la hoguera es difícil que prenda. Pero nadie es tan estúpido como para creer que se puede hacer una costillada de ternasco con papeles arrugados de periódico. Hace falta leña.

Los estados de ánimo son importantes para el escritor. Siempre empezamos con ellos. El día estaba gris… Es se sentía melancólico… La neblina, la lluvia…. Aunque parezca un parte metereológico, estamos hablando de un estado anímico. Se sacó distraído un cigarro  de su petaca y tras encenderlo, observó el discurrir de las volutas de humo… ¿Cuántas veces habré leído yo cosas así? Parece que hable del tabaco, pero habla del estado de ánimo del autor. Está bien, te comprendo, me identifico contigo. Son el papel de periódico arrugado al que aplicamos la primera llama. El fuego se enciende con rapidez porque sé cómo te sientes. Pero si no lo ponemos dentro del montón de leña, se extinguirá de inmediato. Hace falta algo más consistente para generar las brasas, de otro modo, solo quedarían cenizas. Si no dejamos de volvernos sobre nosotros mismos, y nuestro estado de ánimo, y empezamos a usar la imaginación para narrar, esto en vez de una costillada -o chuletada, según se diga localmente- va a ser un desastre. Nuestro relato se agotará solo. No se terminará y si se termina peor: será un lamentable montón de carne arruinada. Casi todo el mundo empieza así.

Claro que hay autores capaces de mantener un fuego espléndido con narración de escasos eventos, pero si lo analizas bien, quizás la profundidad psicológica probablemente sea mucho mayor que lo de describir simples estados melancólicos. Y en cualquier caso, será que el autor en esa faceta posee un talento fabuloso. Plantéate si ése es realmente tu modelo, porque en general, para la gran mayoría de los casos, para crear tu hoguera o tu barbacoa literaria, necesitas imaginación, narración. Necesitas leña. Y carne también. ¡La chicha!

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