¿Dónde están las historias que aún no se han escrito? Los científicos lo están investigando todavía. Yo creo que están en los ojos del autor. Si eres escribidor, te propongo un ejercicio:

Mira.

Ya está. Sólo mira, ¿Ves qué simple? ¡Ah, y respira! Nunca dejes de respirar, eso tenlo claro. Pero tienes que hacerlo bien. Mira con intensidad, ya sea el horizonte, la pared de tu casa, o la mesa sobre la que escribes. Mira con los ojos cerrados mientras tomas el sol en una hamaca, o escuchas los leves crujidos de la casa. Pero mira profundamente y respira hondo mientras. Es decir, miras con emoción y llenas mucho pero lentamente los pulmones… Como un suspiro, pero aguantando un poco la respiración. Y te darás cuenta de que te está viniendo una historia. Sí, te viene, te viene, es involuntario como un estornudo aunque generalmente más suave, prolongado y discreto. Como un incipiente deseo secreto que se abre paso tanto si te gusta como si no. Como el atontamiento producido por una bella bañista, o por una puesta de sol; como una revelación tras leer algo especial. Te viene una historia, y… es que te viene, oye. No puedes evitarlo, porque es como cuando conociste a tu pareja. O cuando el coche patinó sobre el hielo y tuviste un grave accidente. Y ya no mencionaré más catástrofes.

Cuando te viene una historia… no tiene remedio. Quien lo probó, lo sabe, como diría Lope.

Incubadora de Novelas de Enrique Brossa.

Es decir: Incubadora de Novelas.

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