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De todas las decisiones que un autor toma a la hora de escribir un libro, la elección del narrador es una de las más relevantes. Decidir qué tipo de persona o ente va a contar la historia, qué opciones va a tomar para hacerlo, desde qué momento del tiempo escribe… Todo ello puede cambiar la esencia de un relato completamente. Y marcar la diferencia entre el verdadero éxito narrativo y una novela de calidad cuestionable.
En nuestros talleres de escritura creativa, trabajamos sobre los distintos tipos de narrador para comprender bien qué opciones existen desde los orígenes de la literatura hasta nuestros días.
Autores como Hemingway o Camus, Cortázar o Faulkner han reflexionado en su propia obra sobre ellos y han generado opciones distintas al típico narrador omnisciente, muy útil en muchos casos, pero una opción que no conviene en otros, en los que la narración exige otros puntos de vista.
Tabla de contenidos
Narrador en primera persona
El ‘yo’ es el elemento más importante de este tipo de narradores. En este caso, la elección estética del escritor pasa por elegir un ente que cuenta una historia vivida o vista en primera persona. Por lo tanto, este narrador está en escena, forma parte de los hechos, participa en las conversaciones…
Obviamente, a lo largo de la historia de la literatura se han ensayado distintos tipos de narradores en primera persona. Los tres más destacados son:
- Narrador protagonista
- Narrador testigo
- Monólogo interior
Narrador protagonista
Es el verdadero protagonista de la historia que se va a narrar, nos cuenta lo que le ha sucedido o lo que le está sucediendo de manera completamente subjetiva y con las limitaciones de ser parte de los hechos. El lector puede escuchar sus sentimientos y reflexiones de manera directa y fiel.
Narrador testigo
Es una ‘tercer persona’ dentro del relato que le pasa a otro. Un ejemplo es el del amigo que cuenta lo que le pasó a su colega. Podemos ver los hechos desde su perspectiva y conocer sus pensamientos, aunque no tengan relación directa con la trama o no sean más que las percepciones de otro.
Un ejemplo de este tipo de narración se da en Desayuno en Tiffany’s de Truman Capote, donde un narrador presente en los hechos cuenta la historia de Holly Golightly.
Monólogo interior
James Joyce inaugura –o termina de legitimar– una forma de narrador en primera persona que es el monólogo interior. En este caso, el protagonista es el que habla, pero el lector tiene acceso a sus pensamientos tal y como van sucediendo, de una manera desordenada, abstracta, casi anárquico. En un momento se puede estar avanzando en la trama y, de repente, pasar a pensar en lo bien que huele la comida, el espacio o en lo sucio que está un rincón de un edificio, por poner algún ejemplo.
Este recurso ofrece un realismo magnífico, aunque obliga al escritor a ser más exigente con el ritmo y el argumento para que la narrativa no se pierda. Es una opción maravillosa que en el Ulises funciona como en ningún otro libro hasta el momento.
Narrador en segunda persona
Dentro de los tipos de narradores de la historia, los de segunda persona son los menos utilizados en la literatura por la dificultad que supone redactar un relato de este tipo y la escasa capacidad que tiene para captar la atención de los lectores.
El narrador en segunda persona se caracteriza porque se dirige al lector directamente tratándole de “usted”, “tú”, “ustedes” o “vosotros”. Este tipo de narrador se suele encontrar más en relatos epistolares que en el resto de las obras literarias.
Narrador en tercera persona
Los narradores en tercera persona cuentan la historia ‘desde fuera’. No forman parte de los hechos, no son personajes de ficción –en la mayor parte de los casos– y pueden permitirse unas licencias narrativas que rompen con el realismo de su voz, pero que repercuten directamente en el beneficio del ritmo y el interés del relato.
Esta forma tradicional y muy útil de utilizar la voz narrativa acoge uno de los modos más habituales de contar historias: el narrador omnisciente. Pero hay otros tipos destacados que conviene tener en cuenta a la hora de crear relatos. Los más utilizados y característicos son:
- Narrador omnisciente
- Narrador selectivo
- Narrador observador
Narrador omnisciente
El narrador omnisciente es el contador clásico de historias. Desde Harry Potter hasta la Ilíada… Son cientos de miles las novelas que se publican cada año bajo este tipo de narrador.
Lo sabe todo, escucha los pensamientos de todos los personajes, puede avanzar y viajar atrás en el tiempo, se permite la licencia de focalizarse en un quien quiera en cada momento… Es una entidad que no es posible en la vida real, pero que en la narrativa funciona perfectamente.
Narrador selectivo
El narrador selectivo, por su parte, actúa con omnisciencia solo a través de un personaje. Digamos que puede leer la mente de este, pensar como él, ver cómo actúa incluso en la intimidad –algo que el narrador testigo no puede hacer–, pero no puede trasladar ese ‘poder’ hacia otros personajes.
Esta perspectiva es muy interesante para elevar la tensión de la historia al generar huecos de conocimiento que el narrador externo con focalización interna, que es este, no puede rellenar. ¿Un ejemplo? Cualquiera de las novelas de Sherlock Holmes, que están contadas por Watson.
Narrador observador
Otro tipo de narrador relativamente reciente, muy útil en el siglo XX para generar ambientes completamente distintos a todo lo realizado con anterioridad. El narrador observador u objetivo ve la escena como si estuviera sentado en un teatro.
Puede saber qué ocurre, qué dicen los personajes, pero no puede entrar en sus mentes. Por eso, serán los más pequeños detalles los que den al lector pistas sobre lo que está ocurriendo.
Para ver uno de los mejores ejemplos de esta literatura basta con echar mano a El jarama, del escritor español Rafael Sánchez Ferlosio.
Estos son los principales tipos de narradores que se utilizan en la prosa actual. Aprende en nuestros talleres de escritura 100% online las características más específicas de cada uno de ellos y disfruta creando historias en las que la voz que las cuenta es perfecta para enganchar al lector desde la primera página.
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